Desde el año 2002 que tuve mi primer paciente de Población especial, hasta hoy, son muchos los pacientes especiales que he podido evaluar y tratar con lentes, filtros, syntonics etc.

Son pacientes que tienen dificultades para ser evaluados y muchas veces se presentan con 10, 15 años con graduaciones muy elevadas y que nunca nadie les ha prescrito nada. porque por ejemplo, no tienen lenguaje, o porque no tienen cognición suficiente para poder colaborar mínimamente en un examen, simplemente porque el profesional que les ha visitado no estaba preparado para atender a este tipo de pacientes que requiere una evaluación adaptada a ellos.

Sin embargo, en Terapia visual, personalmente he tratado a muy pocos, no sé si porque inconscientemente me parecía un grupo muy complicado, o sencillamente porque no era el momento.

Desde que abrí la consulta en Albacete, he tenido la oportunidad de evaluar si cabe, más pacientes de población especial que antes, y algunos padres insistieron mucho en querer probar un programa de Terapia visual con ellos y al final empezamos un programa con varios de estos pacientes, algunos de ellos con problemas muy, muy importantes.

Al principio, no sabíamos bien como afrontar el reto, pero decidimos hacerlo, yo me sentía más segura ya que podía contar con Carmen López, una de las Terapeutas visuales con quien tengo la suerte de trabajar y quien está también especializada en el método de reorganización neurofuncional Padovan, y tiene un Don especial para este tipo de niños.

Cual ha sido nuestra sorpresa cuando hemos descubierto que somos nosotros los que ponemos los límites a estos niños y que nos han sorprendido en sus avances, día a día, llegando hacer cosas que nunca, nos hubiéramos ni imaginado.

Como nos hacen crecer y aprender, ya que tenemos que tener una mente muy creativa para poder adaptar procedimientos a cada uno de ellos.

Todo es empezar, tener ganas, ilusión y también conocimiento para poder adaptarlo a cada caso específico.

Hay que ser realistas con los objetivos propuestos, tener mucha paciencia y poner mucho amor.

Sólo el cariño que recibimos cada semana de ellos y ver cómo se esfuerzan, tanto ellos como sus familias, es suficiente para que merezca la pena continuar.

He aprendido una gran lección de vida, querer es poder y eso no tiene límites, no se los pongamos nosotros.